A decir de
Huxley, “De los tiempos de Hitler, el
arsenal de elementos técnicos a disposición del presunto dictador ha aumentado
mucho. Además de la radio, el altoparlante, la cámara cinematográfica y la
prensa rotativa, el propagandista contemporáneo puede utilizar la televisión
para difundir la imagen de su cliente al mismo tiempo que su voz, y puede
también registrar tanto la imagen como la voz en carretes de cinta
cinematográfica.”
¿Qué se
puede esperar de la actualidad si los pensadores del pasado ya veían en el
desarrollo de la comunicación las armas del totalitarismo?
Parece increíble que en la actualidad pensemos que la clave de la democracia sean los
medios de comunicación, sabiendo que las grandes dictaduras del pasado, y
porque no de la actualidad, emergieron y se mantuvieron desde y por los medios
de comunicación.
Solemos
creer que el problema es el uso de la tecnología y no exactamente su
naturaleza, con lo cual justificamos muchos de los inventos que en el pasado
causaron mucho dolor, pero que por el contrario, en la actualidad son la base
de nuestro disfrute y felicidad.
Parece
increíble que hoy en día pasemos de un asombro al siguiente, no acabamos de
sorprendernos por un nuevo artilugio cuando ya lo hemos perfeccionamos, ¿de qué
da cuenta esto? Da cuenta de que la tecnología es ahora un organismo
independiente del ser humano, un circuito industrial que se multiplica y se
desarrolla a si mismo con la misma capacidad con la que nosotros
desarrollábamos la tecnología hace 50 años. Si, leyeron bien,
“desarrollábamos”, ya no me queda claro hasta donde es el ser humano promotor
del increíble, pero interminable, “boom”
tecnológico al que estamos acostumbrados.
Solo
piensen esto, ¿qué pasa cuando nuestro currículum no da cuenta de saber
utilizar los modernos programas digitales? ¿¿Qué pasa cuando nuestro procesador
no nos o permite bajar ese programita sagrado para nuestro computador? ¿Qué
pasa cuando nuestro comercio no cuenta con modernos programas de seguridad o
increíbles sistema de ventas por internet? ¿Qué pasa cuando no podemos acceder
a las redes sociales que conforman el entorno en el que nos desenvolvemos con
tanta soltura? ¿Qué nos pasa cuando el celular, el que nos permite estar
conectados con el mundo, se avería?
Estos
acontecimientos, pequeños y cotidianos, dan cuenta de que el hombre vive a
merced de la máquina, o como me gusta llamarlas, organismos de extensión
Los
griegos, para recreación de los adultos de las clases nobles, poseían pequeñas
máquinas de vapor, pequeños mecanismos accionados por la fuerza de presión del
agua en estado gaseoso. El mismo mecanismo fue el que dio comienzo a los primeros ferrocarriles que se utilizaron
dentro de las minas en el siglo XVIII, período que todo conocemos como
Revolución Industrial. La pregunta que me surge es, si los griegos poseían
tecnología similar a la que le permitió a los europeos imponerse en el mundo
siglos después, ¿Por qué no desarrollarla lo suficiente? ¿Acaso nunca pudieron
descubrir cómo aplicar este tipo de tecnologías?
Hay una
cosa que es clara, los griegos no confiaban en los mecanismos orgánicos de
extensión, inclusive, es Sócrates de Platón el que realiza una crítica a la
misma escritura, siendo ellos por una lado los creadores del primera alfabeto
(sistema de representación de sonidos con símbolos, cada símbolo es una letra),
y fue la misma escritura la que moldeo el pensamiento y la abstracción de Europa
desde su aparición hasta hoy en día.
Los griegos
creían en el poder natural del ser humano, en sus propias capacidades, es así
que surge, por ejemplo, la retórica y el gimnasio, dos actividades que
potencian por un lado, el intelecto, y por otro la capacidad física, lo que
manifiesta gratamente que los griegos creían en el humano con las capacidades
que la naturaleza le dio, y no en aquellas que las maquinas parecen darle.
De este
modo hay que cuestionarse una cosa, ¿realmente toda la tecnología que nos rodea
mejora nuestra calidad de vida o como nuestras extensiones solo parece atrofiar
partes de nosotros que antes entrenábamos con tanta naturalidad?
Inclusive
la medicina no parece tan buena si buscamos el ángulo correcto. Si miramos al
continente africano, vemos a millares de personas sufriendo de hambrunas y
pestes. Lo que no nos damos cuenta es que el intento de llevar el mundo moderno
a ese lugar, por el hecho de cumplir con nuestra misión de civilizadores, hemos
aumentado la población del continente a niveles críticos. En el año 1950 habían
228 millones de africanos, para dos mil diez ya eran 1200 millones, creo que ya
no tengo nada que agregarle a esta cifra.
Hemos atrasado
la muerte y permitido en exceso la vida, la población del mundo se desborda, y
al igual que África, los recursos no están alcanzando, y todo porque, por el
intento poco meditado de desarrollar las
supuestos organismos de extensión que
mejoran nuestro mundo.
El hombre
no es capaz de ver las cosas como son en sí, si no las ve a través de
discursos, ideologías y preconceptos que moldean nuestra visión del mundo, hay
que intentar no morder de la primera manzana que la serpiente nos muestre.